jueves, 17 de septiembre de 2009

Las mujeres exitosas tienen más testosterona

Las mujeres con más niveles de la hormona sexual masculina parecen ser más arriesgadas y exitosas, dice un estudio.

Durante mucho tiempo se ha vinculado a la testosterona -la hormona sexual masculina- con la competitividad, la agresión y el dominio, características a su vez asociadas al género masculino.

Ahora, por primera vez, un estudio sugiere que las mujeres más exitosas y las que están más dispuestas a tomar riesgos tienen niveles más altos de la hormona testosterona.

La investigación, que fue llevada a cabo con estudiantes de negocios, concluye que es la biología -y no los factores sociales- la que dicta las diferencias en los géneros a la hora de atreverse a tomar un riesgo financiero e incluso de elegir una carrera.

Estudios pasados han demostrado que la testosterona, que evoca la imagen del hombre exitoso y poderoso, aumenta la agresividad y reduce el miedo, y se le asocia con conductas arriesgadas como el juego de apuestas y el abuso de alcohol.

Un estudio en 2008 llevado a cabo en el centro financiero de Londres mostró que los hombres con niveles más altos de la hormona tienen más probabilidades de obtener más ganancias financieras a corto plazo.

Hasta ahora, sin embargo, no se había estudiado el impacto de la testosterona en las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de tomar riesgos.

Más testosterona, más riesgo
Los investigadores de las universidades de Northwestern y de Chicago en Estados Unidos decidieron investigar si existían realmente estas diferencias.

Tal como señala la investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)(Actas de la Academia Nacional de Ciencias), en el campo de las finanzas la hormona sí tiene un impacto en las mujeres.

"En general, las mujeres tienen más aversión al riesgo que los hombres cuando se trata de tomar decisiones financieras importantes y esto a su vez puede afectar la elección de carrera de una mujer" afirma la profesora Paola Sapienza, quien dirigió la investigación.

"Por ejemplo, en el grupo que estudiamos 36% de las estudiantes mujeres habían elegido carreras financieras de alto riesgo como inversión bancaria u operaciones bursátiles, comparado con 57% de los estudiantes hombres".

"Quisimos explorar si estas diferencias de los géneros estaban relacionadas a la testosterona, de la cual los hombres tienen mayores concentraciones que las mujeres", señala la investigadora.

Para investigar esa relación los científicos midieron los niveles de la hormona en muestras de saliva de 500 estudiantes de maestría de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.

Todos los participantes tenían relativamente la misma edad, los mismos antecedentes culturales y educacionales y el mismo nivel socioeconómico.

Los estudiantes tomaron parte en un experimento en el que con un videojuego se midieron sus actitudes ante el riesgo.

Debían elegir, por ejemplo, entre aceptar un premio monetario garantizado o una lotería que podría brindarles una mayor remuneración.

Los estudiantes debían elegir repetidamente entre la lotería y el pago fijo con valores cada vez más altos.

Y se recogieron dos muestras de su saliva, una antes de cada sesión y otra después de que completaban la prueba.

Los resultados mostraron, como se esperaba, que los participantes más dispuestos a arriesgarse eligieron la lotería con más frecuencia mientras que los que tenían una mayor aversión al riesgo eligieron el pago fijo.

Pero también se encontró que las mujeres con mayores niveles de testosterona habían elegido la lotería con más frecuencia.

Y descubrieron un vínculo entre la testosterona y la elección de carrera. Los que tenían más testosterona y más disposición al riesgo habían elegido carreras más riesgosas en finanzas.

Biología o sociedad
"Este es el primer estudio que demuestra que las diferencias de los géneros en la disposición a tomar riesgos financieros tienen una base biológica" afirma el profesor Dario Maestripieri, otro de los investigadores.

"Y que las diferencias en los niveles de testosterona entre individuos pueden afectar aspectos importantes de la conducta económica y de las decisiones de carrera", agrega.

Los expertos afirman, sin embargo, que las cosas podrían no ser tan categóricas porque todavía sigue siendo muy difícil saber con exactitud cuáles son las bases de las diferencias entre los géneros.

"Nadie duda que las hormonas tengan una función, pero éste es un vínculo muy complicado" dijo a la BBC el profesor Alex Haslam, experto en psicología social de la Universidad de Exeter, Inglaterra.

"Y las hormonas pueden ser tanto el producto de la experiencia como la experiencia puede ser producto de las hormonas".

"En este estudio hay una implicación de que la mujer que está dispuesta a tomar riesgos financieros de alguna forma no es femenina o es anormal".

"Nuestro apetito por las explicaciones biológicas en las diferencias de género es muy preocupante. Es una forma de justificar el status quoy los prejuicios".

"Es muy triste que prefiramos esta explicación en lugar de la que destaca a la sociedad, la elección y la capacidad de cambio del ser humano", expresa el experto.

Bondage

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sábado, 5 de septiembre de 2009

"Vi a Hitler muerto"

Fue guardaespaldas de Adolf Hitler, dice que vio su cadáver y no quiere creer que su propia hija es judía. Ella habla con la BBC.

En su hogar en la campiña de Baviera, en Alemania, Brigitta Jacob-Engelken me muestra fotos de su infancia.

Una de las fotografías es sorprendente. Es ella en un cochecito.

Nada hay de especial a primera vista... hasta que te enteras de la procedencia del coche: un regalo de la amante de Adolfo Hitler.

"Mi madre lo recibió de Eva Braun", me dice Brigitta. "Y también ropa".

La razón de estos regalos es que el padre de Brigitta, Rochus Misch, era parte del círculo íntimo de Hitler al trabajar en la unidad de las SS encargada de la seguridad del Führer en los puestos de guardaespaldas, mensajero y operador telefónico.

Él se encontraba en el búnker donde Hitler se suicidó.

Brigitta sólo posee una fotografía de su padre cargándola cuando ella era una bebé. Abruptamente, el rostro de él desaparece de los álbumes familiares.

Esto se debió a que al escapar del búnker fue capturado por el Ejército Rojo. Junto con otros cientos de miles de prisioneros de guerra alemanes fue enviado a los gulags soviéticos.

"Fui una niña sin padre", recuerda Brigitta. "Yo sabía que tenía padre y que estaba preso. Pero había muchos otros niños cuyos padres también estaban presos e iban volviendo poco a poco".

De vuelta
Brigitta recuerda cómo la radio emitía listas de prisioneros que habían sido liberados en Rusia y se encontraban en el camino de regreso. Su madre solía sentarse en las noches a escuchar si se mencionaba el nombre de Rochus.
"Su nombre nunca se mencionaba y mi madre lloraba".

Entonces, en la Noche Vieja de 1953, un taxi se paró frente a la puerta de su casa. Tocaron el timbre.

"Mi abuela abrió la puerta y comenzó a llorar. 'Rochus ha vuelto".

Nos levantamos de un tirón y fuimos hacia la puerta. Recuerdo que salté a sus brazos. Al principio fue feliz porque sentía que mi familia estaba completa. Fue algo muy emocional.

"Me decepcionó que él no vistiera una de esas chaquetas soviéticas que veía en las películas. Él llevaba traje y abrigo y sombrero normales como se usaba en la época.
"Cuando abrió su maleta comencé a buscar monedas rusas. Yo buscaba rastros de Rusia. No podía entender que él se sintiera feliz de no tener ese tipo de monedas en su maleta".

Raíces judías
La alegría inicial de tener a su padre de vuelta pronto se evaporó.

Padre e hija parecían tener poco en común. Discutían. Luego, la abuela materna de Brigitta reveló un secreto sorprendente: la madre de Brigitta era judía.

"Mi abuela me dijo: 'Creo que es bueno mantener las raíces. Pero no se lo digas a tu madre. Ella no quiere saber nada de eso".

Misch se negó a aceptar el origen de su esposa.

"Todavía dice: 'No, no voy a creerlo'. Pero yo lo sé por mi abuelita".

Brigitta aprendió hebreo y pasó un tiempo en un kibbutz en Israel. De regreso en Alemania hizo carrera como arquitecta, y entre sus proyectos figuró la restauración de sinagogas.

Su padre tiene ahora 92 años. Vive en Berlín, a 800 kilómetros de ella. Durante mucho tiempo él mantuvo silencio sobre su pasado.

Ahora habla abiertamente sobre los cinco años que pasó en el séquito de Hitler trabajando para "el jefe".

"No culpo a mi padre del trabajo que hizo porque fue inofensivo", expresa Brigitta.
"Lo que no entiendo es que no muestre señales de que se distancia (de su pasado). La reflexión posterior. Eso es lo que extraño. Su reflexión crítica".
Sin embargo, Brigitta estima que las historias de su padre sobre el búnker tienen una utilidad.

"Creo que tiene algún valor poder escuchar cómo era el círculo íntimo de Hitler. Y estar seguros de que Hitler murió. Mi padre es alguien que puede decir: 'Yo lo vi muerto".

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Expurgación: ¿un nuevo trastorno alimentario?

Un nuevo trastorno alimentario está a punto de ser reconocido como enfermedad: el de la expurgación o eliminación continua de los alimentos, ya sea a través del uso de laxantes o de los vómitos. El desorden es similar al de la bulimia nervosa, pero tiene algunas diferencias.

Un nuevo trastorno alimentario está a punto de ser reconocido como enfermedad: el de la expurgación o eliminación continua de los alimentos, ya sea a través del uso de laxantes o de los vómitos. En verdad, el desorden es similar al de la bulimia nervosa, y comparten el hecho de que ambos síndromes implican comer por demás, intentando compensar las calorías.

Lo que convertiría al uso de purgantes como un desorden diferente es la cantidad de alimento consumida y la manera en que los enfermos compensa lo que comen.
Las mujeres con "purging disorder" comen cantidades normales o aún pequeñas de alimento, pero después lo expulsan, a menudo, con vómitos. La diferencia es que aquellas que padecen de bulimia tienen grandes episodios de atracones alimenticios, que se van de control, y que después son seguidos de purgas, ayuno, o ejercicio excesivo.

NUEVO DESORDEN
El desorden de la expurgación es nuevo, en el sentido de que no se ha sido reconocido oficialmente como una condición única en la clasificación de los desórdenes de la alimentación explica Pamela Keel, profesors de psicología en la UI de artes y ciencias liberales-. Pero no es un nuevo problema, las mujeres han estado luchando con el desorden de la expurgación mucho antes de que comenzáramos a estudiarlo.

En un paper o documento científico editado en la prestigiosa publicación especializada Archivos de Psiquiatría General, Keel comparte los resultados de su estudio, hincando que el desorden de la expurgación es un problema significativo entre las mujeres, y diferente del de la bulimia.

La investigadora reclutó a participantes del estudio, a las que dividió en tres grupos: mujeres sin desórdenes alimentarios, mujeres que eliminan sus ingestas para compensar atracones, y mujeres que usan los laxantes o los vómitos para controlar su peso o forma corporal, pero que no tienen borracheras comilonas.

Keel descubrió que las mujeres con desorden de expurgación comparten algunas características con las bulímicas: ambas experimentan depresión, ansiedad y perturbación en cuanto a su imagen corporal y a las dietas, cosa que no se da entre las mujeres que no padecen desórdenes alimentarios.

Pero el estudio estadounidense también proporcionó evidencia de que el desorden de la expurgación sería una enfermedad distinta: la diferencia entre las mujeres con esta enfermedad y las bulímicas estaría basado en un mecanismo fisiológico que influye sobre la ingesta de comida.

Quienes padecen de trastorno expurgatorio mostraron una mayor sensación de estómago lleno y plenitud luego de comer, comparadas con las mujeres que tienen bulimia y con las que no tienen ningún trastorno de la alimentación.

Keel admite que es preciso llevar a cabo más investigaciones sobre el desorden expurgatorio, para comprenderlo mejor y apoyar su inclusión dentro de la actual clasificación médica de los desórdenes alimentarios.

Debido a que tendemos a estudiar sólo los desórdenes formalmente definidos, hay una brecha entre los problemas que tienen las personas y lo que nosotros sabemos acerca de esos problemas. Identificar este desorden estimularía la investigación sobre sus causas, su tratamiento y su prevención, todo lo cual podrían aliviar la ansiedad y el deterioro que sufren las mujeres que padecen la enfermedad.

Ahora, la investigadora está trabajando en un estudio complementario que explore por qué algunas mujeres sienten la necesidad de eliminar lo que comen con laxantes o vómitos, sin tener en cuenta que se trata de cantidades normales e incluso pequeñas de alimento.
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